17 de octubre: Día internacional para la erradicación de la pobreza

octubre 17, 2014 § Deja un comentario


Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza – 17 de octubre

«En el día de hoy, nos comprometemos una vez más a pensar, tomar decisiones y actuar unidos contra la pobreza extrema, y a forjar planes para un mundo donde nadie quede postergado. Nuestro objetivo debe ser la prosperidad para todos, no solo para unos cuantos».

(Del Mensaje del Secretario General, Ban Ki-moon,
con motivo del Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza
17 de octubre).

EDITORIAL

El 17 de octubres es el Día internacional para la erradicación de la pobreza en el mundo, oficialmente establecido por Naciones Unidas. Los acuerdos y protocolos de Kyoto sobre crecimiento y desarrollo sostenible, los objetivos de reducción de la pobreza de la Ronda del Milenio y varias decenas de instrumentos normativos internacionales en torno a la lucha con la pobreza siguen sin cumplirse. Las propuestas de Naciones Unidas para lograr la «pobreza cero» en 2025,  a pesar de las buenas intenciones recogidas en el papel y de la voluntad de colaboración con gobiernos de distinto signo, distan demasiado de cumplir siquiera una ínfima parte de su objetivo para cualquier espectador mínimamente inteligente y neutral que se detenga a contemplar la situación económica mundial en la actualidad. En estos momentos, ahora, según datos de la conservadora y ortodoxa institución Banco Mundial, más de 2500 millones de personas malviven bajo el umbral de la pobreza, medida según el doble rasero de los cánones occidentales para los países pobres (es decir, se considera pobres a las personas que «viven» con menos de 2 dólares por día, lo que el mencionado organismo político y económico estima suficiente para adquirir productos de primera necesidad al precio que estos tienen en los países más pobres; de manera similar, se considera en situación de «pobreza extrema» a aquellas personas que subsisten con menos de 1,25 dólares por día), y la mayoría de ellas se encuentran en situación de pobreza extrema y marginación social. Dicha definición, por insultante, no puede ser aceptada, pues deja fuera del concepto de «pobreza» a una multiud ingente de personas que realmente no viven con lo necesario, sencillamente porque la cantidad de poder adquisitivo de que disponen es con mucho inferior a los precios reales de los bienes de consumo de primera necesidad, tal y como otros los entendemos. Un entendimiento tan riguroso de la pobreza por parte de los máximos organismos de Naciones Unidas, con arreglo a los cánones someramente explicados explicaría el optimismo en torno a los objetivos fijados por los puntos contra la erradicación de la pobreza por la Ronda del Milenio para 2025,  en el marco de un discurso neoliberal en el que hallan cabida declaraciones macroeconómicas falsas del estilo de que la pobreza extrema global agregada habría disminuido del 50 al 26 % por ciento en los últimos treinta años (fuente: Banco Mundial, 2013). Pues bien: Desde el punto de vista que auí sostengo, apoyado por organizaciones humanitarias independientes y por economistas desgraciadamente minoritarios pero de la talla moral como James Tobin, Paul Krugman o Amartya Sen, todos Premios Nobel de Economía, considero que tales declaraciones resultan sencillamente insultante para las personas que tienen que padecer no sólo su trágica situación de deprivación de los bienes materiales más básicos, sino la falta de condena por las autoridades supranacionales de verdaderas causas fundamentales de la pobreza que tienen su origen en los mercados secundarios de materias primas occidentales, como el Londres o el de Nueva York, y que sonnegadas sistemáticamente por las instituciones de Bretton Woods, con la complicidad de otros organismos humanitarios de la familia de Naciones Unidas. En esta línea, organizaciones como Intermon Oxfam, entre otras, con arreglo a criterios más realistas y, sobre todo, más humanos, estiman la pobreza global en torno 3000 millones de personas, casi la mitad de la población mundial, según los cálculos más «optimistas». Por otra parte, la brecha Norte-Sur se ha ampliado cada vez más. En feliz, pero trágica expresión del economista Joaquín Estefanía, vivimos en un mundo de «globalización mutilada», en el que a muchas personas no llegan los beneficios de la globalización, aunque sí sus servidumbres.  En ocasiones eso ha sucedido con continentes enteros, refiriéndose el mencionado autor a África (La nueva economía: la globalización, 2003). En este sentido, en una nota de prensa de la ortodoxa y conservadora institución Banco Mundial publicada el 17 de abril del año pasado por «The Washington Post», dicha institución reconoció que hay «1200 millones de personas que viven en la pobreza extrema, y pese a los avances impresionantes logrados en los últimos tiempos, en África al sur del Sáhara siguen viviendo más de las dos terceras partes de las personas en situación de pobreza extrema del mundo».

POST SOBRE LA POBREZA EN EL MUNDO 

A la memoria de San Daniele Comboni, en la Gloria de Dios

Africa o morte (San Daniele Comboni)

No es más feliz el que más tiene, sino quien menos necesita (Proverbio panindio, probablemente, hacia 600 a.C.) 

«(…) plagas provocadas por ese antivalor, ése que sostiene que somos más felices sin nos enriquecemos, sea como sea. Hemos sacrificado los viejos dioses inmateriales y ocupamos el templo con el dios Mercado. Él nos organiza la economía, la política, los hábitos, la vida… y hasta nos financia cuotas y tarjetas de apariencia de felicidad. Parecería que hemos nacido sólo para consumir, y consumir. Y cuando no podemos cargamos con la frustración, la pobreza, y hasta la autoexclusión. Lo cierto, lo cierto hoy, que para gastar y enterrar los detritos en eso que se llama la huella de carbono por la ciencia, si aspiráramos en esta Humanidad a consumir como un americano medio o promedio, son imprescrindibles tres planetas para poder vivir. Es decir: nuestra civilización montó un desafío mentiroso, y así como vamos no es posible para todos colmar ese sentido de despilfarro que se le ha dado a la vida, que en los hechos está masificando como una cultura a nuestra época siempre dirigida por la acumulación y el mercado. Prometemos una vida de derroche y despilfarro. En el fondo constituye una cuenta regresiva contra la naturaleza y contra la Humanidad como futuro, civilización contra sencillez, contra la sobriedad, contra todos los ciclos naturales, pero peor, civilización contra la libertad que supone tener tiempo para vivir las relaciones humanas, lo único trascendente, amor, amistad, aventura, solidaridad, familia. Civilización contra el tiempo libre, que no paga, que no se compra, y que nos permite contemplar y escudriñar el escenario de la Naturaleza (…) Es posible arracar de cuajo toda la indigencia del Planeta (…) ¡Piensen que la vida es un milagro: que estamos vivos por milagro ¡Y no hay nada que valga más que la vida! Y que nuestro deber biológico es por encima de todas las cosas respetar a la vida e impulsarla, cuidarla, procrearla, y entender que la especie es nuestro nosotros. Gracias».

(Discurso de José Mugica, Presidente de la República del Uruguay, ante la Asamblea General de Naciones Unidas, 2014;  la negrita, así como la selección de los párrafos del discurso, son míos; recomiendo el visionado del discurso íntegro en el link que posteo al final)

Advertencia: algunas de las siguientes imágenes pueden herir la sensibilidad del lector:

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La pobreza extrema, la miseria, que lleva a la degradación física y moral a unos 3.000 millones de personas en este Planeta, más de la mitad de la población mundial, según datos de organizaciones humanitarias independientes, entre las que se Encuentran Intermón Oxfam y Acción contra el Hambre, es uno de los mayores azotes de la Humanidad y la peor de sus plagas. Es, a su vez, la génesis de otras, como muchos conflictos bélicos y enfermedades que podrían evitarse con una mejor distribución de los recursos. El sencillo lema de una organización como Cáritas española, «vive sencillamente, para que otros, sencillamente, puedan vivir», no significa una austeridad impuesta y castradora, sino simplemente una vida decorosa que resulte compatible, en la medida de lo posible, con una adecuada distribución de las riquezas y, simbólicamente, del dinero, como unidad de medida cuyo valor real en cuanto realidad social construida por el hombre, y que no puede agotarse en su valor meramente financiero, deberemos replantearnos si pretendemos caminar hacia un mundo más justo o, simplemente, justo. Porque está claro que el mundo en el que vivimos no lo es, y mucha responsabilidad de ello recae sobre el modelo de producción y distribución de bienes y servicios del actual estadio del sistema capitalista, y en el modelo de consumo, íntimamente ligado al primero. Estos modelos deben ser urgentemente revisados, si no queremos perder la batalla contra la pobreza. Lo cual nos lleva a abrir el debate sobre las necesidades reales de la población, aquellas que hay que garantizar a todas las personas, y aquellas otras que consideramos superfluas, y buscar el consenso social y político necesario para lograr un reparto equitativo de las riquezas; un reparto que, para ser verdaderamente justo y equitativo, sólo podrá estar basado -o al menos muy principalmente- en criterios humanistas, como la atención a las personas en primer lugar, lo que equivale a decir la atención las necesidades verdaderamente humanas. Lo cierto es que toda la población mundial clama al cielo me conduce a considerar que ni el mercado como único productor-distribuidor, ni el Estado socialista con su aparato burocrático y su monopolio de los medios de producción, llevan a soluciones justas en el reparto de los bienes. Hace falta más sentido común y sensatez en la macrociencia que se ha dado en llamar Economía y ha venido a usurpar campos que no le corresponden, como el de la política, y que no es -o no debería ser- otra cosa que la técnica que estudia el reparto de bienes que, por su propia naturaleza y por sus propios ciclos de replicación natural, son escasos. Una economía verdaderamente «de rostro humano» debería conducirnos a pensar que otro modelo de producción de bienes, así como otro modelo de consumo, es posible. Que, dicho en el lenguaje «de la gente de la calle», aquí, en el Primer Mundo, tal vez no necesitemos tener dos coches, dos casas, cuatro teléfonos móviles o dieciocho trajes, además de comida caducada en el frigorífico. Lo que te sobre, dáselo a tu prójimo. Pero estamos tan ciegos que a veces no conocemos ni el sentido de la expresión «sobrante», ni el de la expresión «prójimo», o simplemente «gente», que no debe ser comprada, aunque en la realidad sea objeto de comercio, como prácticamente todo. Tal ha sido el logro de la economía capitalista pura basada en el espíritu y la ética protestante.  Y, por otra parte, nosotros tal vez necesitemos escuchar más las necesidades de la gente, tanto de nuestro entorno, como de aquella que, por haber tenido la azarosa desgracia de haber nacido por debajo de un determinado paralelo, no tiene lo necesario para vivir. Y muchas veces, por nuestra culpa, no dejamos que se la escuche. Hasta que llama a nuestra puerta con sus ropajes ensangrentados por nuestras vallas, por nuestros muros de la vergüenza.

Fdo. Dr. Pablo Guérez Tricarico

@pabloguerez

Enlace a la página de Naciones Unidas sobre el 17-O: http://www.un.org/es/events/povertyday/

 

Sobre las verdaderas causas de la pobreza podría escribir un artículo académico, inadecuado para este formato. No descarto sin embargo escribir algo al respecto en el futuro. De momento, os dejo el enlace al

Histórico discurso de José Mujica En la ONU contra el orden mundial 2014 (FULL HD):

 

El discurso tiene mucho que ver con las reflexiones sobre las necesidades que habéis podido leerme en éste y en anteriores blogs, y que, a mi juicio, contribuyen a arrojar mucha luz sobre las verdaderas causas de la pobreza, y, en consecuencia, a conseguir las herramientas adecuadas para su erradicación desde su verdadera raíz, la cual, como en todos los fenómenos complejos, es multifactorial, pero puede ser interpretada de acuerdo con pustos de vista más o menos acertados. El que propongo es que, a mi juicio, mejor se ajusta a la descripción del problema y, en este sentido, hago mías las declaraciones del presidente de la República del Uruguay José Mugica. Después de escuchar el discurso, os hago una propuesta de lectura de un clásico del ecologismo político humanista: «Lo pequeño es hermoso», de Schumacher, de 1973, y que resulta de máxima utilidad. Está disponible para su descarga en la web. Amparándome en el derecho de cita, os dejo uno de los links: http://archivolibre.com.ar/lacocovilla/Permacultura/(CARPETA)%20Filosofia%20permacultural/lo%20peque%F1o%20es%20hermoso.pdf

 

Canción de Juan Luis Guerra, uno de los cantautores comprometidos económicamente ayer en el Día contra la pobreza: https://www.youtube.com/watch?v=XZOLOggfWp0

 

CC0: Results//

CC0
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 A.M.D.G.

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