¡Verdaderamente ha resucitado! ¡Aleluya!
marzo 27, 2016 § Deja un comentario
A mis padres, que me dieron la vida
A todos mis compañeros y amigos presentes, pasados y futuros, a las personas de buena voluntad que se han cruzado conmigo en el camino de mi vida, y a todas las personas que tengo en mi pobre corazón
A los Cardenales, Obispos, presbíteros, diáconos, religiosos y fieles seglares de la Iglesia Católica que tuvieron, tienen, y espero sigan teniendo la paciencia de escucharme en mis momentos de tribulación
A los ministros y pastores de todas las Iglesias cristianas que todavía conservan la valentía y la alegría de trasmitir el mensaje de Jesús Resucitado
A los hombres y mujeres que renuncian al mundo para dedicarse a la vida contemplativa
A los representantes del poder civil
A los atribulados, a los pobres, a los enfermos, a los niños indefensos, maltratados o víctimas de abusos, a las mujeres maltratadas o víctimas de trata, a las víctimas de la violencia y del terrorismo y sus familias y allegados, a los huérfanos y viudas, a los presos, a los cautivos y a las víctimas de cualquier esclavitud, a los ancianos, a las personas con diversidad funcional o con ncesidades especiales, a los raros, a los excluidos, a los que huyen de la guerra, de las catástrofes naturales o de la miseria, y a todas las demás personas víctimas de la cultura del descarte, especialmente a aquellas a las que no puedo ayudar
A los creyentes, teístas y no teístas, gnósticos, agnósticos y ateos
A mis enemigos
Y A.M.D.G.
¿Venís a buscar al Crucificado? No está aquí: ¡Ha resucitado! (cfr. Mc 16, 6)
Con la expresión “Verdaderamente ha resucitado”, como respuesta a la exclamación: “¡Jesucristo ha resucitado!” hay constancia histórica que se saludaban las primeras comunidades cristinas y griegas. Costumbre que, más allá del ámbito litúrgico de la Iglesia Católica de rito latino, de la Iglesia ortodoxa y de la Iglesia armenia, se sigue utilizando en algunos países de nuestra más cercana Europa, como Rumanía o Moldavia.
Para la Iglesia Universal, alumbrada por el primer plenilunio de la Primavera, la estación en la que vuelve la vida, la noche santísima de la Vigilia Pascual constituye la celebración más importante del Año Litúrgico.
¡Feliz Pascua de corazón a todos en la alegría de Nuestro Señor Jesucristo Resucitado, vencedor del pecado y de la muerte y dispensador de la nueva y eterna vida que no cesa para todo el que quiera acogerla!
Pero… ¿qué, o a Quién celebramos en la Pascua cristiana?
Como ha expresado de manera muy didáctica el papa Francisco, ninguna teología es capaz de explicar completamente a la manera humana el Amor que Dios ha tenido y tiene por nosotros, cuya manifestación más gloriosa encontramos en el Misterio incomprensible de la Resurrección de Jesús. Esta afirmación del Pontífice debe ser entendida correctamente, en el sentido no de negar valor a las disquisiciones teológicas que históricamente se han sucedido en el campo de la Teodicea o “justificación de Dios”, sino en el de poner el acento en la subordinación de la lógica humana, incluso teológica, a la apertura del corazón, dispuesto a recibir el Misterio por excelencia: la respuesta a “la Pregunta” o “el Problema por antonomasia”. La pregunta sobre la vida y sobre la muerte, sobre lo divino y lo humano, sobre el sentido de nuestra vida, de nuestro dolor y sobre el anhelo de felicidad impreso en el corazón de todos los hombres.
Todas estas cuestiones se unen en misteriosa comunión en el “Exultávit” a la luz del Cirio Pascual encendido esta misma noche, en el lucernario que da inicio de la Vigilia Pascual en el que la luz pascual del Cirio, y que representa la Luz de Cristo, Luz del mundo y para el mundo, Luz “que no mengua cuando se reparte” es multiplicada en un luminar de velas más pequeñitas portadas por los asistentes, mientras se escuchan acordes gregorianos que cantan versos sagrados como “Ésta es la noche de la que estaba escrito: “será la noche clara como el día, el día claro como la noche”; o “¡qué noche tan dichosa, donde se unen el cielo con la tierra, lo humano y lo divino!” Así, el Misterio de la Resurrección, se abre camino a través de la teología, de la liturgia, del culto y de la experiencia personal de la Presencia de Dios a la verdad última sobre la muerte y sobre los enemigos de la Humanidad: y el mensaje, o, mejor, uno de los mensajes de la Pascua cristiana, es que la muerte no tiene la última palabra. Y como no la tuvo para Jesús, según su Palabra, tampoco la tendrá para nosotros, pues el Amor triunfa sobre la muerte. El mensaje de la Resurrección pascual nos enseña o, mejor, nos muestra, que Dios es un Dios de amor, y que, como dicen las escrituras, es un Dios de vivos, y no de muertos. El triunfo del amor y de la vida es lo que celebramos en la Pascua cristiana, que en su acepción originaria judía significa paso; pero en esta ocasión se trata del paso definitivo hacia una vida nueva, a la vida nueva, a la vida de verdad en el Ser de Dios, que sustenta constantemente toda nuestra existencia. Una vida eterna, incomprensible, misteriosa, que ya ha comenzado, y que, aunque no la entendamos, podemos en ocasiones vislumbrar como la gran promesa de Nuestro Señor Jesucristo, aun en medio de los sufrimientos.
Vivimos tiempos difíciles para la fe, pero, sobre todo, para la esperanza. Las intolerables desigualdades entre personas y Naciones ricas y pobres, las injusticias flagrantes, la pérdida de los valores tradicionales y no tradicionales, las falsas seducciones del mundo de las que nadie, en algún momento de sus vidas, está libre de entregarse, el “silencio de Dios”, tan meditado y sufrido en la tradición de las Iglesias reformadas, pero también en la Iglesia Católica, los azotes de la guerra, las hambrunas, los desastres naturales, la presencia del Mal en las diversas formas de terrorismo, de indiferencia, de arrogancia, de comodidad y de banalidad excluyentes, y otras muchas cosas que “no están bien” en el mundo hacen muy difícil al hombre y a la mujer de hoy, al hombre y la mujer de la Posmodernidad, creer en un Dios. Y mucho más difícil creer en un Dios mecanicista, como lo pensaran filósofos como Pascal o Hume, o en un Dios que se desentiende de la vida de los hombres. Por el contrario, el Dios del que nos habla el cristianismo es un Dios activo, amante, hasta el punto en que es Él mismo, una comunidad de Amor conformada por un Dios-relación, en el Misterio de la Santísima Trinidad. Un Dios trascendente e inmanente, que por su encarnación se ha unido misteriosamente a todo el género humano, como recordaba hace no mucho, en la liturgia de la Navidad, el papa Francisco. Un Dios que vive, experimenta la alegría y la tristeza, se acerca y tiene trato con buenos y malos. Un Dios que se compadece del dolor de los hombres, hasta el punto de cargar sobre sí todos los pecados de la Humanidad y justificarla. Y, al final de todo este camino, un Dios que resucita, y que “va por delante” a prepararnos el camino. Jesucristo intercede en la Eternidad del Padre a través de su Espíritu por toda la Humanidad, tan querida por Dios. En este Año Jubilar Extraordinario de la Misericordia, el Papa nos invita a dejarnos tocar por esta Luz de esperanza, como los primeros cristianos, de los que relata San Pablo que “esperaron contra toda esperanza”. Contra toda esperanza humana. Y es que sólo a través de la fe podemos entrar en la dimensión, realmente ininteligible, de la Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo.
Pero, llegados a este punto, podríamos preguntarnos: ¿Por qué muchos cristianos no nos alegramos de verdad? ¿Cambiará nuestra vida después de una Pascua más? ¿Nos hará más buenos? ¿Nos hará capaces de soportar los dolores del mundo movidos por la fe en el Resucitado que, en la noche de su Pasión, le dijo a sus discípulos que venció al mundo?
Puede que sí, y puede que no. Pero no por eso los que creemos que Nuestro Señor Jesucristo resucitó de entre los muertos y que, realmente va por delante, a prepararnos el camino del Reino de los Cielos, tenemos una razón práctica, que es fruto de una profunda creencia, que puede darnos razones para la esperanza.
Jesús, que experimentó el dolor físico, psicológico y el abandono espiritual y moral, es consciente de esto. Y sabe que no es suficiente comprender intelectualmente el mensaje de que Él va por delante hasta que este mensaje no llegue a impregnar nuestras almas, todo nuestro ser y nuestras vidas. Porque nuestra vida cristiana depende de que interioricemos lo que significa la Resurrección, aun sin comprenderla del todo. En la vida de la Iglesia que Jesucristo encomendó a sus discípulos, y que, tal y como proclama el Concilio Vaticano II, subsiste a día de hoy en la Iglesia Católica, se da la comunicación de la gracia que Jesús dio a sus discípulos tras su Resurrección. Por medio del Espíritu Santo, que es el Espíritu de Dios, la gracia es capaz de liberar al hombre de todas las cadenas de este mundo que le tienen atado. En la concepción socioantropológica cristiana del ser humano, y sin necesidad de ahondar mucho en profundidades teológicas, la gracia pasa primero el espíritu o alma (pnéuma), de ahí a la mente (psiché) y de ahí al soma (cuerpo). Pero el trabajo de interiorización de sentirnos perdonados, y no sólo, sino amados por Dios sin medida, y en la libertad de los hijos de Dios por adopción, se realiza en buena parte a través de nuestra colaboración y del resto de colaboraciones humanas, misteriosamente gobernadas por la Providencia. Y, en definitiva, es un trabajo espiritual en cuyo progreso siempre estamos en camino, siempre estamos de paso, de “Pascua” en el sentido etimológico judío antiguo. Somos nosotros los que, a través de los signos tangibles de nuestro prójimo, y, en este Año Jubilar de la Misericordia, del ejemplo de los cristianos, los que a veces tenemos que hacer un trabajo difícil: dejarnos sanar por la gracia de Dios. Por su Misericordia. Tampoco Jesús en su vida mortal se sustrajo a las colaboraciones humanas. Sobre este volveré, D. m., en la próxima entrada de carácter religioso, dedicada a la Fiesta de la Divina Misericordia.
Dios no nos ahorra el sufrimiento. Jesús mismo, como recordaba hace unas líneas, se lo dice a sus discípulos en la Última Cena: “En el mundo pasaréis tribulación; pero tened valor: yo he vencido al mundo (Jn 16, 33). El sufrimiento, incomprensible para casi todo el mundo, no deja de ser un Misterio (como la vida, y la vida eterna), que, por lo menos, por lo que el autor de estas líneas respecta, nunca es comprendido del todo. Ninguna teodicea, por elaborada que sea, puede superar el “non liquet” al que los hombres y las mujeres de nuestro tiempo, con siglos de filosofía y teología a nuestras espaldas, de Oriente y Occidente se ven hoy muchas veces abocados como conclusión humana, que, como todas, sólo puede ser provisional. El respetado teólogo católico Hans Küng, movido por una fuerte confianza en Jesucristo, escribía en su libro “Credo” (1990), frente al absurdo de un mundo sin Dios, si bien Dios no nos preserva de todo sufrimiento, sí nos preserva en todo sufrimiento. La Persona de Jesucristo, que vivió y murió por nosotros, nos ha dejado un ejemplo vivo en la Historia del mundo de que el Amor es capaz de ser una razón ética suficiente para dar la vida. Lo que venga después, no lo sabremos hasta que no pasemos, cada uno de nosotros, por la muerte. Por la muerte en Cristo. Pero la fe y la esperanza en las palabras del Hijo del Hombre, como se refería a sí mismo Jesús, que significa “alguien como nosotros” en el original hebreo, y sus palabras, nos invitan a confiar siempre en Dios, que es Padre Misericordioso.
La Resurrección de Jesucristo es la respuesta de Dios padre a a desesperación en Getsemaní, a las burlas y las torturas de los soldados romanos, al camino al Gólgota, de la dolorosa muerte en cruz. En la figura de Jesuscristo desfigurado podemos ver, como proclamaba ayer el papa Francisco en la liturgia del Viernes Santo, a Aquél “varón de dolores” que vive, ama y sufre como consecuencia del Amor verdadero, y en el que tantas veces el Papa nos invita a reconocer a las personas “descartadas de esta sociedad”: a los refugiados, a los emigrantes, a los pobres, a los atribulados, por quienes rezamos en una de las invocaciones de las preces del Oficio del Viernes Santo. Sin embargo, tras el luto de la Semana Santa, la Iglesia nos invita, como en los primeros tiempos, a mirar más allá. Es precisamente la fe en el Resucitado la que mueve la acción (praxis) de las primeras comunidades cristianas de Oriente y Occidente, y la que continúa dirigiendo la barca de la Iglesia hoy en día. Una fe tan firme que sólo puede proceder del encuentro con el Amor que lleva a dar la vida. Jesucristo, con su muerte, ha vencido al mundo y a nuestra propia muerte, y, resucitando, nos ha dado la vida propia de la comunión con la Santísima Trinidad: la vida nueva que brota de la filiación divina por adopción, recibida ordinariamente a través del Sacramento del Santo Bautismo. El Paraíso, cerrado por el pecado del hombre, es de nuevo abierto a toda la Humanidad ya desde el Viernes Santo. Pero con la Resurrección, Jesús nos regala el precioso don de la filiación divina y el don de que, como canta una hermosa canción de la Iglesia Católica, “amigo mío, también a ti, un tercer día te llegará”, de donde es posible volver al “Exultávit” inicial de la Vigilia Pascual siendo más conscientes de los planes del Amor de Dios para la Humanidad, y proclamar, como los Padres de la Iglesia, que “donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia”, y “Feliz culpa, que mereció tan grande Redentor”.
Como en años anteriores, agradeciéndoos las constantes visitas a mi humilde blog desde todos los rincones de la Tierra, aun a pesar de la disminución del número de entradas desde que que yo comenzara a trabajar de manera regular, desde todos los rincones de la Tierra, os envío un mensaje de comunicación pascual en casi todos los idiomas de los países de los que me han visitado, como muestra de gratitud y reconocimiento.
En expresión inglesa:
Pacea să fie cu voi: doresc cu toată inima mea un Paste fericit si plin de bucurie și veselie pascal. Hristos a înviat, Aleluia!
En expresión ucraniana:
ฉันต้องการพร้อมด้วยหัวใจของฉันมีความสุขวันอีสเตอร์และวันอีสเตอร์เวลาที่มีความสุขและความสุขพระเยซูคริสต์ได้ลุกขึ้นทหารชรา

To the extent possible under law, ¡CRISTO RESUCITÓ, ALELUYA! FELIZ PASCUA A TODOS, has waived all copyright and related or neighboring rights tohttp://pabloguerez.com. This work is published from: Hispanujo (speranto)
Carta abierta de llamamiento urgente a colaborar, también económicamente, con los refugiados
septiembre 17, 2015 § Deja un comentario

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Advertencia: algunas de estas imágenes pueden herir la sensibilidad del lector
Homo sum, humani nihil a me alienum puto (Terencio, ca. 165 a. C.)
Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos (Mt 5, 10, ca. 80 A. D.)
Sabed que esa pobre viuda ha echado más que nadie, porque todos los demás han echado de lo que les sobra, pero ella, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir” (Lc 21,1-4, ca. 80 A. D.)
Distinguidas autoridades; organismos públicos y privados; compañeros, conocidos y amigos todos:
Como miembro de la especie humana, ciudadano español y europeo (aunque no tenga recursos económicos), candidato a voluntario y/o trabajador de CEAR (Comisión Española de Ayuda al Refugiado) y ex voluntario y miembro de la Junta Directiva del Comité de Ayuda a los Refugiados, Asilados e inmigrantes en el Estado Español, por este orden axiológicamente descendente, os pido que colaboréis con lo que buenamente podáis en conciencia con una ayuda económica a los migrantes, solicitantes de asilo y refugio, ante el drama migratorio que estamos viviendo en Europa. Yo mismo, aunque apenas tengo dinero ni bienes materiales, tengo previsto colaborar a través mi blog http://pabloguerez.com; a tal efecto podéis ver la información contenida en el tercer “widget” colocado a la derecha de la página principal, y referente a las donaciones, así como el texto que figura debajo.
La necesidad de atender a los refugiados se trata, desde nuestro punto de vista, de una obligación de justicia social y de caridad; se trata de hacer justicia a los derechos humanos de los solicitantes de asilo y refugio a través de una obligación moral juridificada que viene impuesta por los Tratados y Convenios internacionales suscritos por España, por nuestra Constitución en su artículo 13.4, y por la legislación concordante estatal, autonómica y comunitaria. Y se trata también de una obligación moral derivada de la virtud de la caridad, en la medida en la que la justicia no sea suficiente para atender a estas personas como demandan su consideración de personas que huyen de conflictos bélicos y los deberes para con nuestro prójimo, directamente derivados de la dignidad humana de los solicitantes de asilo y refugio en la especial situación en la que se encuentran.
Con este propósito, os dejo el enlace directo al sitio web oficial de CEAR relativo a las donaciones, donde podéis encontrar toda la información pertinente:
https://www.cear.es/colabora-con-cear
La Comisión Española de Ayuda al Refugiado es una asociación privada sin ánimo de lucro, y actualmente constituye la principal asociación privada de ayuda a los refugiados, asilados y migrantes en el Estado Español, tanto por número de voluntarios y trabajadores, como por presupuesto, y colabora activamente con otras organizaciones humanitarias que persiguen los mismos fines.
CEAR, con más de 30 años de experiencia, se define en sus Estatutos como “una organización de acción voluntaria, humanitaria, independiente y plural; inspirada por un profundo respeto a los valores de la justicia, la solidaridad, la libertad, la igualdad, la independencia, el compromiso ético, la pluralidad, la transparencia, la participación y la coherencia”. La defensa de estos principios, desde su fundación en 1979, constituye su principal patrimonio y es la motivación esencial de su trabajo.
La misión de CEAR es defender y promover los Derechos Humanos y el desarrollo integral de las personas refugiadas, apátridas y migrantes con necesidad de protección internacional y/o en riesgo de exclusión social.
En la actualidad CEAR cuenta con el compromiso de 454 personas voluntarias y 154 trabajadoras. Desgraciadamente, recordando la cita evangélica, muy pocos obreros para tanta mies. Pero también cuenta con el compromiso de organizaciones e instituciones solidarias con las personas refugiadas y que forman parte de su Asamblea: partidos políticos, sindicatos, confesiones religiosas y ONG, así como personalidades de reconocido prestigio en el campo de la defensa del asilo y los derechos humanos.
Partidos políticos: Partido Socialista Obrero Español (PSOE), Partido Popular (PP) e Izquierda Unida (IU).
Sindicatos: Comisiones Obreras (CC.OO.), Unión General de Trabajadores (UGT) y la Unión Sindical Obrera (USO).
Confesiones religiosas: Cáritas, Iglesia Evangélica Española y la Asociación Musulmana de España.
Organizaciones Sociales: IEPALA, Asociación Proderechos Humanos de España (APDHE) y Club de Amigos de la Unesco.
De acuerdo con un documento que podéis encontrar en la web de CEAR, “la composición de la Asamblea de CEAR es el fiel reflejo de la pluralidad de organizaciones políticas y de la sociedad civil que se unieron para trabajar porque nuestro país se convirtiera en tierra de acogida y protección de las personas refugiadas. Sinónimo del consenso político y social por la defensa del derecho de asilo y de la voluntad de unir esfuerzos, otorga a CEAR una de sus principales fortalezas: la pluralidad”.
CEAR es una organización sin ánimo de lucro (o NPO, “non profit organisation”, en inglés), declarada de utilidad pública por el Ministerio de Interior. CEAR aplica el régimen fiscal especial regulado en el Título II de la Ley 49/2002, de 23 de diciembre, de régimen fiscal de las entidades sin fines lucrativos y de los incentivos fiscales al mecenazgo. Por este motivo, las donaciones realizadas a CEAR pueden desgravar hasta un 30% de la Declaración del IRPF.
También podéis llamar a los números de teléfono que aparecen en cualquier página oficial de CEAR, pero me permito advertiros de que, por la intensidad del drama migratorio, a lo que se ha sumado un problema de la organización con Telefónica, últimamente están entrando 30 llamadas de cada una.
Si preferís colaborar con la causa de los refugiados a través de otro procedimiento, podéis hacerlo también a través de un listado bastante amplio de organizaciones humanitarias. A modo de listado ejemplificativo, y en ningún caso excluyente, La Cruz Roja, Cáritas, Médicos del Mundo o Intermón Oxfam, o todas las parroquias católicas por Decreto pontificio, también están colaborando, a diverso ritmo y según sus peculiares circunstancias, para facilitar a los solicitantes de asilo y refugio medios materiales y recursos jurídicos para poder afrontar lo mejor posible su nueva situación en la todavía opulenta Vieja Europa.
Como dato no poco relevante -sobre todo para quienes no utilicéis el navegador Chrome de Google y no os hayáis dado todavía cuenta-, hoy, jueves 17 de septiembre de 2015, y no sé hasta cuándo, Google ofrece la posibilidad, en su página principal, de igualar el importe que donéis. Puede ser una forma muy eficaz de donar, sobre todo para aquellas personas, como la que suscribe, que no llegamos al mínimo para declarar por el IRPF, o aquellas exentas de declarar por este impuesto. Por supuesto, siempre existe la posibilidad de donar de forma anónima, en el sentido de que los beneficios fiscales son voluntarios, nunca obligatorios, aunque sí lo es la comunicación de las donaciones recibidas a Hacienda por parte de CEAR o de cualquier otra asociación declarada de utilidad pública.
Confiando en el sentido del deber de justicia social y en la generosidad caritativa que anida en todos vosotros, me despido, sin más asuntos que tratar, hasta la próxima ocasión.
Fdo.: Pablo Guérez Tricarico